«Internet ha matado el periodismo de las historias con sentimiento»
El conocido informador gaditano se muestra convencido de que Internet no acabará con la prensa escrita
Invitado por la Asociación de la Prensa, el conocido periodista José Oneto (San Fernando Cádiz, 1942) ofreció ayer en la Diputación una conferencia sobre el papel de estos profesionales en la Transición. Oneto ha aprovechado su estancia en Palencia para ver la catedral y el románico. Periodista de amplia trayectoria, ahora prepara un proyecto en Internet.
-¿Cómo fue el paso de la dictadura a la Transición en la prensa?
-Para muchos periodistas fue muy traumático, porque estaban educados en otro sistema. Primero vino la consigna que emanaba de un ministerio, luego la adaptación a los jefes de prensa de cada ministerio, ya que no se publicaba nada si no pasaba por ellos, y a partir de la Ley de Prensa de 1966, y muy débilmente, comienza a vislumbrarse lo que puede ser un principio de libertad de expresión. Lo único importante de entonces es que desapareció la censura previa y que los directores de los periódicos ya no los nombra el Gobierno, como hasta entonces, sino las empresas. La profesión periodística entra en la Transición de una forma totalmente encanallada y con una forma de funcionar que le cuesta trabajo adaptarse a la nueva realidad. Muy pocos periódico empezaron a empujar sobre lo que era el futuro democrático del país. Nacen en esa época pequeñas revistas, 'Cuadernos para el Diálogo', 'Triunfo' o 'Cambio 16'..., que fueron el gran fenómeno periodístico. Después de la muerte de Franco, todos los periódicos empiezan a reconvertirse.
-¿La prensa en qué medida contribuyó a consolidar la democracia?
-Tuvo un papel fundamental. Sin el papel de moderación con el que actuó la prensa, la Transición no se hubiera escrito con los términos de moderación con que se ha escrito. La prensa durante unos años se convierte en aliado del poder establecido, consciente de que si el proceso fracasa, vuelve a fracasar la libertad de expresión.
-¿En qué momento la prensa abandona esa moderación?
-Hay una etapa en la que se produce una crisis en la prensa, cuando entra en el consenso político, que fue la elaboración de la Constitución. La prensa tuvo un papel muy importante en la caída de Adolfo Suárez, por sus críticas hacia él, aunque luego se haya hecho un cierto examen de conciencia, y probablemente no nos comportamos con la corrección que deberíamos habernos comportado con el entonces presidente del Gobierno. La prensa contribuyó a su caída porque surgió un fenómeno nuevo, que era Felipe González. Gran parte de la prensa giró hacia el PSOE, lo que fue decisivo en su triunfo, aparte del golpe de estado de 1981.
-¿La prensa ejerce ahora la autocensura?
-Yo creo que no. Yo, al menos, en el ejercicio de la profesión, no he notado ningún tipo de autocensura. Ahora, por ejemplo, estamos pasando un momento muy preocupante, donde si yo fuera el presidente del Gobierno llamaría a los responsables de los grandes grupos de comunicación, porque estamos magnificando informaciones que vienen de fuera y que en muchas ocasiones no responden a la realidad, sino a intereses muy concretos, fundamentalmente de la prensa británica y norteamericana, que tienen una pelea histórica en contra del euro.
Colocar la mercancía
-¿Cree que los gabinetes de prensa han asumido demasiada influencia en los medios?
-Es más culpa de los periodistas. Los gabinetes de prensa intentan colocar su mercancía. La forma de trabajar en los periódicos, la escasa profesionalidad, la propia formación de los periodistas, ya que las empresas prefieren junior y no senior, el fenómeno de Internet..., todo ello hace que lo fácil sea hacerse eco de lo que yo llamo el periódico declarativo, y coges la nota de prensa, la calcas y se acabó. Los periódicos cada vez dan menos noticias, están presos de los gabinetes de prensa y del periodismo declarativo, y hay poca información propia. Además se trabaja mucho con becarios, las empresas no invierten en capital humano. Lo fácil es cubrir los puestos con becarios que nunca entrarán en nómina, y al prescindir de los senior, el producto se resiente.
-¿El estilo periodístico es mejor o peor que antes?
-No hay interés por mejorar el estilo, por contar historias. Los periódicos no cuentan historias. El problema es que la gran competencia que ha surgido es Internet. La gente picotea en Internet, por lo que el periódico tiene que tener un plus que no tiene Internet, y ese plus está primero en la gran crónica, luego en el análisis y, sobre todo, en la forma de contar historias. La tendencia actual es a copiar y pegar, y para contar historias hay que estar en la calle. Si no sales a la calle, te sale una historia sin sentimiento, sin vivirla, sin hablar con nadie... En este sentido, Internet ha matado el periodismo.
-¿Tiene futuro la prensa de papel?
-El gran drama del papel es Internet. Creo que al final el papel no va a desaparecer, igual que el libro electrónico no hará desaparecer el tradicional, que es un objeto casi de culto. Pero el papel tiene que dar un plus y tiene que esforzarse por competir con Internet, no en rapidez, que es imposible, sino en profundidad, y ofreciendo datos que en la red no se leen.
-¿En Internet se pude hacer buen periodismo?
-Internet es una herramienta fundamental. Aunque haya muchos abusos, no se respeten las reglas y sea un auténtica selva, la frescura del producto compensa los defectos que tiene. Yo creo que se puede hacer un buen periodismo, ya hay ejemplos de ello.
-Pero antes Internet se identificaba con lo confidencial, lo anónimo, el rumor...
-En Internet vale todo y no pasa nada. Las injurias y calumnias permanecen en la red toda la vida. Eso es lo grave. Pese a ello, sus posibilidades son muchas. En EE UU, por ejemplo, hay un portal, hecho por senior, que es el que está adelantando todo lo que ocurre en ese país.
-¿Sirve para algo el código deontológico en el periodismo?
-Aquí no hay un código, sino una selva, y sobre todo en un sector que es mucho más selva, que es la televisión. Cataluña ha aprobado un código que creo que sirve de bien poco. Hay que confiar en la responsabilidad de los profesionales, en su formación y en el sentido del periodismo, porque ésta es la única profesión en la que no se envejece inútilmente. Es una profesión que hay que vivirla como si fuera una droga, el buen periodista está enganchado constantemente a la información, no se es periodista de ocho a tres, sino que se vive 24 horas, y de esos ya hay pocos.