La Fundación Araguaney proyectó ayer «To Shoot an Elephant», testimonio directo del bombardeo a Gaza.
Autor: Leal Coello
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Casi 1.500 personas murieron en el período comprendido entre el 27 de diciembre del 2008 y el 18 de enero del 2009 en el interior de la Franja de Gaza. De ellos, 1.412 eran palestinos y 13 israelíes. Estas cifras reflejan la matanza sin balance que tuvo lugar durante la operación Plomo Fundido, llevada a cabo por el ejército israelí.
El periodista español Alberto Arce estaba allí en el momento del desastre, y como accidental testigo de un acontecimiento terrorífico, se armó de valor y filmó, junto a Mohammad Rujailah las terribles escenas que hoy forman parte del documental To Shoot an Elephant.
La obra de Orwell sirvió al director para titular su reportaje audiovisual, como metáfora de la violencia fatua. El ensayo del escritor relata las razones irracionales de la matanza de este paquidermo, describiendo su agonía paso a paso.
A pesar de la prohibición del gobierno, Arce había decidido permanecer en el lugar, junto con otros periodistas, cuando sucedió el bombardeo. Fue así como se convirtió en un de los pocos que pudieron transmitir la información desde el lugar de los hechos, y no con el ejército, sino con los civiles. Él mismo ha llegado a asegurar que es la única manera «honesta» de hacer el trabajo, dejando en el aire la reflexión sobre la correcta existencia de otro periodismo no basado en la información que llega a través de fuentes oficiales o de las agencias de los grandes grupos de comunicación.
Anoche se proyectó en el Hotel Meliá Araguaney el largometraje, con motivo de la iniciativa Global Screening, Global Screaming (proyección global, grito global), que intenta revolucionar tanto la forma de producir como de distribuir y emitir documentos audiovisuales. De hecho, este trabajo no tuvo un estreno oficial en España, y sus productores han promovido esta actividad para que cualquier colectivo o individuo proyecte el documental de manera simultánea en esta fecha, aniversario del fin del suceso, con la única condición de que sea gratuita.
La película narra el paisaje dantesco que ofrecía el lugar, con una técnica absolutamente periodística: la crudeza de las imágenes se ve incrementada por el sonido ambiente o la cámara en mano, que transmiten al espectador una sensación todavía más cercana a la realidad.
Así, uno de los conflictos más mediatizados de toda la historia contemporánea pasa a ser el tema que desarrolla este periodista asturiano.
Se posiciona en una situación, pues considera, como ha declarado en alguna entrevista, que «es necesario tomar partido por ellos», dejando al lado la máxima que versa sobre el papel del periodista como mero observador de los hechos.
Sin embargo, y como el autor lamenta, la tragedia se repite, porque como decía Galeano, «el sistema nos vacía la memoria, o nos llena la memoria de basura, y así nos enseña a repetir la historia en lugar de hacerla».
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