jueves, 18 de febrero de 2010

Yo te suicido


La confesión de Gosling sobre cómo asfixió a su novio enfermo desafía la barrera moral entre eutanasia y asesinato - ¿Fue un crimen o una ayuda a un ser querido para morir dignamente?

La barrera entre eutanasia y homicidio o asesinato no existe en la mayoría de legislaciones, pero sí en la discusión pública. El caso que vive Reino Unido, no obstante, ha sacudido el debate sobre muerte digna y sembrado nuevos interrogantes para una causa que avanza en el mundo real a espaldas de la ley. Ray Gosling, el presentador de la BBC y activista gay que el lunes admitió haber matado a su novio enfermo de sida para acabar con su sufrimiento, fue ayer detenido e interrogado durante varias horas por la policía. Su confesión pone en primer plano el debate sobre la eutanasia, el suicidio asistido y la muerte digna, pero también un debate más concreto sobre ese caso en particular. ¿Fue, pura y simplemente, un asesinato?

"No estamos completamente seguros de las circunstancias exactas de lo ocurrido, aunque obviamente todos los casos tienen que ser investigados", afirma James Harris, portavoz de la organización Dignity in Dying, la plataforma más potente del Reino Unido en defensa de la muerte digna, aunque rechazan tanto la eutanasia como el suicidio asistido. "Si tomó medidas directas para acabar con la vida de la otra persona, eso cae dentro del área de asesinato. Si estaba ayudando a la persona a morir a petición suya, o sea, si estaba ayudando indirectamente, es un caso de suicidio asistido. Esa es una cuestión que ha de decidir la fiscalía a partir de las declaraciones que tengan y las pruebas que encuentren", explica.
El doctor Peter Saunders, director de la alianza Care not Killing, opuestos a la muerte asistida en cualquiera de sus formas, subraya que Gosling ha sido detenido "como sospechoso de asesinato y tienen 24 horas para decidir si le acusan o no". Pero da a entender que no espera que el presentador llegue a ser procesado. "Para que el caso llegue a la fase de procesamiento el director de la fiscalía se ha de preguntar a sí mismo dos cuestiones. Primero, ¿hay pruebas suficientes para llevar a cabo un procesamiento? Y, segundo, ¿es el procesamiento de interés público?", explica.
"Teniendo en cuenta que Ray Gosling ha dicho que se niega a responder a ninguna pregunta y hay muchas cosas que no sabemos -¿quién era la persona que murió? ¿cuándo? ¿dónde? ¿ocurrió realmente?-, sin esos detalles va a ser muy difícil para la policía tener pruebas suficientes para condenarle. Pero por su descripción de lo que ocurrió, si todo es verdad, presionó una almohada sobre la cara de ese hombre y le asfixió hasta la muerte. Eso no es suicidio asistido. Eso es muerte intencionada o asesinato", añade.
Sea o no asesinato, el caso confesado por Gosling vuelve a poner de relieve el debate sobre la muerte asistida. Un tema que en Reino Unido se sigue rigiendo por una ley de 1961 que muchos consideran obsoleta pero que los políticos no se atreven a modificar. El suicidio asistido es ilegal, por lo que cualquiera que ayude a morir a una persona puede ser teóricamente procesado y castigado con hasta 14 años de cárcel, aunque no se conoce ningún caso. Debbie Purdy, enferma de esclerosis múltiple, llevó la ley a los tribunales. Quería garantizarse de que su marido no será perseguido si la acompaña a morir a la clínica Dignitas en Suiza y con su empeño ha logrado que el Gobierno tenga que clarificarla. La decisión será cuestión de semanas.
El debate ha traspasado las fronteras británicas y ha llegado también a España. Nùria Terribas, directora del Instituto Borja de Bioética, afirma que el caso Gosling "refleja una realidad de muchas situaciones que en la práctica se están dando". "Hay familias o personas cercanas que pactan esta solución con sus seres queridos", afirma. "La sanidad debe poder cubrir este tipo de situaciones con un adecuado control de síntomas, pero en la práctica no siempre lo hace", por lo que "habría que hacer un cambio de legislación" sobre la eutanasia. "Es un tema que hay que abordar", insiste la bioética, aunque cree que el modelo holandés tiene un fallo: el control del médico se hace a posteriori, "cuando ya no hay remedio".
 
Mencionar el caso holandés es inevitable en este debate. Holanda fue el país pionero en legalizar, en 2001, la eutanasia, una decisión que sólo han seguido Bélgica, Luxemburgo y el estado de Oregón. Ahora vive otra discusión. Un grupo de médicos, políticos e intelectuales ha organizado un grupo, llamado Por Voluntad Propia, para promover la despenalización del suicidio asistido a partir de los 70 años. En tres días, han conseguido las 40.000 firmas necesarias para solicitar un debate parlamentario al respecto. Al contrario que con la eutanasia, legalizada en 2001 sólo para enfermos desahuciados, esta vez los suicidas, sanos, habrían perdido las ganas de seguir en el mundo. O mejor dicho, "consideran su vida completa y por tanto no desean prolongarla más".
Este planteamiento está muy alejado del que defiende en Reino Unido Care not Killing, que se opone tanto a la legalización de la eutanasia como del suicidio asistido "porque cualquier cambio legal puede poner presión en gente vulnerable, ancianos, discapacitados, enfermos, gente con depresión, para acabar con sus vidas para no ser una carga para la familia, la gente que les cuida, incluso la sociedad", explica Saunders. "La ley está ahí por razones de seguridad pública. Para impedir la explotación y el abuso sobre la gente más vulnerable. Eso significa que haya alguna gente que puede querer acabar con su vida o que acaben con su vida y que no está legalmente autorizada a ello. Es el precio que tenemos que pagar para proteger a la mayoría vulnerable", admite. La alternativa, dice, es asegurarse de que los enfermos no sufran. "No hace falta matar al paciente para matar el dolor. En buenas manos, la morfina no mata porque la dosis terapéutica siempre es inferior a la dosis letal". "En muchos de los casos que están en las noticias se trata de gente con gran determinación y creemos que a menudo presionan a sus seres queridos para que les ayuden a matarse. Tiene que haber protección legal también para sus seres queridos. La coerción puede operar en ambos sentidos. Las leyes están para proteger a los inocentes y los vulnerables, no para otorgar libertades a los más determinados".
Esta postura tiene su reflejo en España. El secretario de la Comisión de Deontología de la Organización Médica Colegial, Jacinto Bátiz, afirma: "Hay mucha gente que piensa que resolver el problema del enfermo es eso, quitarle la vida. Nosotros creemos que no", afirma. Bátiz remite a un artículo que acaba de publicar en la web medicosypacientes. "Desear tener una buena muerte es una legítima aspiración de los seres humanos. Es un imperativo ético para los médicos ayudar a nuestros enfermos a que mueran bien [...]. Hay enfermos que nos manifiestan en ocasiones: "Doctor, me siento una carga para mi familia, ¡ayúdeme! ¡no quiero seguir viviendo así!". La petición individual o social de la eutanasia debe ser considerada generalmente como una demanda de mayor atención y suele desaparecer cuando le ayudamos a solucionar el 'así".

La presidenta de la Fundación Bioética, María Dolores Espejo, cree que el método elegido por Gosling es "simplemente horrible". "Cuando se llega a eso, una persona necesita que la cuiden, no que la ayuden a morirse".

Dignity in Dying tampoco apoya el suicidio asistido y mucho menos la eutanasia. "Hacemos campaña por la muerte asistida", aclara James Harris. "Es una diferencia técnica o semántica, pero importante. Eutanasia es acabar directamente con la vida de otra persona. No apoyamos eso. Tampoco apoyamos el suicidio asistido, que es un término más amplio que el de los enfermos terminales e incluye a enfermos crónicos o gente discapacitada. Lo que apoyamos es ayudar a morir a aquellos que están muriendo, que están en los últimos días o semanas de su vida y que creen que su sufrimiento es insoportable y necesitan ayuda para poder morir. Pero es la propia persona la que toma la decisión".
Fernando Marín, de Derecho a Morir Dignamente, apoya sobre el papel esta postura, aunque su manera de llevarlo a la práctica no coincida para nada. "A veces existe una situación de desesperación a la que se ve abocada la población, y el Estado impide que reciban ayuda", critica. Marín maneja unas cifras que apuntan a que, en los países desarrollados, alrededor de un 0,4% de las muertes son "eutanasias encubiertas". Trasladado a España, eso quiere decir que alrededor de 1.500 defunciones anuales tendrían esta causa.
Marín propone que se regule la eutanasia en España. El PSOE llevaba esta propuesta de una forma ambigua en su programa electoral de 2004 (decía que había que "abrir un debate"), pero quedó incumplida y no la retomó en 2008. "Que no esté regulada no quiere decir que no haya eutanasias; pero en cambio eso favorece que haya chapuzas como el almohadón usado por Gosling o la madre que inyecta una sobredosis de heroína a su hijo", dice el médico. "Y la muerte tiene que ser estética: en tu casa, en tu cama, de una manera programada", afirma Marín. Como si estuvieran cara a cara, Harris rebate: "Lo que no queremos es que la gente se tome la ley por su mano", como hizo Gosling.

Desde España, Espejo matiza: "Su actuación fue una situación del momento. Casi se puede ver como una forma de expresar su cariño, pero no se puede estar a favor".

¿Y TÚ, QUÉ OPINAS?

No hay comentarios:

Publicar un comentario